FAMILIA SANA Y FAMILIA DISFUNCIONAL
Por: José Dunker L.
Para poder entender lo que constituye una familia disfuncional, de donde vienen los problemas mentales, hay que comenzar describiendo la familia saludable. Para esto he propuesto tres postulados que cualquier persona puede entender y manejar.
Postulado #1: EN UNA FAMILIA SALUDABLE EL PADRE Y LA MADRE TIENEN UNA RELACION MAS CERCANA QUE CON CUALQUIER OTRA PERSONA.
Desde que mamá se engancha de un hijo, más que de su propia pareja, el equilibrio familiar se tambalea. La Biblia dice: “y serán una sola carne”. Esto significa (1) tiempo y espacios exclusivos para la pareja; (2) lealtad en cuanto a secretos y confidencias; (3) capacidad para conversar, divertirse, trabajar, hacer el amor, o asistir a reuniones, y, (4) sentirse socios, cómplices, compañeros.
La pareja es la zapata de la familia. Cuando un hombre y una mujer tienen una buena relación, a los hijos les va mejor en todo: en su salud, en la escuela, y en su desarrollo personal. La clave es tener matrimonios felices. Los hijos se perjudican cuando hay ‘lucha por el poder’, ‘divorcio emocional’, y, peor aún, divorcio efectivo.
Desde que el matrimonio fracasa, los hijos pagan las consecuencias. Llevarse bien con la pareja es el mejor regalo que uno les puede hacer a los hijos. El proyecto de Dios es que ellos tuvieran en casa, de forma equilibrada, un papá y una mamá. Mantener esa unidad es necesario para que el bote se mantenga a flote.
Postulado #2: EN UNA FAMILIA SALUDABLE LOS PADRES COMPARTEN TIEMPO DE CALIDAD CON CADA HIJO E HIJA.
Cuando los padres fracasan en tener una relación de calidad, se enganchan con un hijo o hija en una relación compensatoria. El psicoanálisis denomina esto como ‘complejo de Edipo’: un hijo enamorado de su mamá. En las condiciones de nuestra cultura esta trampa se disimula muy bien. En lugar de ir soltando a los hijos mientras crecen, las madres tienden a irse enganchando más y más, hasta que –literalmente- no pueden vivir sin sus hijos. Esas son las futuras suegras odiosas, entrometiéndose en las vidas de sus hijos, hasta divorciarlos.
El complejo de Edipo es el origen de los traumas psicológicos. Un trauma viene por sobreprotección, fusión, exposición excesiva del hijo a las intimidades de la madre, pero, también por la ausencia o distancia del progenitor contrario. En otras palabras, tanto perjudica el acercamiento excesivo de mamá, como el alejamiento de papá.
No en balde dice la Escritura: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra” (Ef.6.2-3). Si honramos a mamá y menospreciamos a papá, nos descartamos para recibirla bendición completa de Dios. La psicología ha ido confirmando la veracidad de esta afirmación bíblica. Para que a un hijo le vaya bien debe tener una buena relación con uno y otro progenitor.
Postulado #3: EN UNA FAMILIA SALUDABLE HERMANOS Y HERMANAS SE DAN APOYO Y NEGOCIAN SUS DIFERENCIAS SIN LA INTERVENCION DE PAPA Y MAMA.
La familia tiene que promover que los hermanos aprendan a hablar directamente, sin necesidad de que papá o mamá tengan que fungir de jueces salomónicos en cada situación.
Los terapeutas familiares hemos comprobado que mientras más intervienen los padres, más problemas tienen los hijos. Por lo general hay un hijo que molesta al hermano, y cuando le responden, sale con gritos y pataleos, hasta que mamá interviene en su defensa, lo cual obviamente complica la relación entre los dos hermanos. Si los padres no intervienen los hermanos terminan poniéndose de acuerdo.
Caín y Abel constituye un paradigma universal de rivalidad entre hermanos: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón” (Gen.4.1). Eva no reaccionó igual ante Abel, y esto marcó la diferencia. Lo mismo vemos entre Jacob y Esaú: “Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza, mas Rebeca amaba a Jacob” (Gen.25.28). La historia que sigue, de rivalidades entre los dos hermanos, se monta sobre esta trampa en que cayeron sus padres. El ejemplo más dramático es con José y sus hermanos: “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su niñez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente” (Gen.37.3-4). En los tres casos se observa que la preferencia de los padres es el origen de la rivalidad.
En resumen: 1) si hay rivalidad entre hermanos, debemos sospechar preferencia de los padres; 2) si hay preferencia de los padres, debemos sospechar descuido en la pareja, y, 3) este descuido de la pareja es el origen de la disfunción familiar.
Nuestro mayor reto es promover matrimonios felices. Esa es la manera más segura de construir un mundo mejor.
josedunker@yahoo.com
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